El AMOR de Dios y la Virgen María

21.05.2018
No hay mayor AMOR que dar la vida... y eso hizo Cristo por nosotros.

El Amor de Dios y el Amor de nuestra Madre, Corredentora nuestra, al pie de la Cruz, es el primer paso. Dios nos elige primero, dejémonos por tanto AMAR a través de Ejercicios, meditaciones, contemplación,... Ellos nos tocarán el corazón sin duda y a partir de ahí... ¡comencemos el viaje del Amor sin fin!


  • Si supieras cuánto te amo, llorarías de alegría
  • He venido a enseñaros y guiaros en el camino de la perfección
  • Hoy deseo envolverlos con mi manto y conducirlos a todos hacia el camino de la conversión. Por tanto, queridos hijos, oren y en la oración, ustedes conocerán el nuevo camino del gozo. El gozo se manifestará en sus corazones y así podrán ser testigos gozosos de lo que Yo y mi Hijo deseamos de cada uno de ustedes
  • Los invito a cada uno de ustedes a comenzar a vivir en el amor de Dios. Yo soy su Madre; por tanto, Yo deseo conducirlos a todos a la santidad completa. Yo deseo que cada uno de ustedes sea feliz aquí en la tierra y que cada uno de ustedes esté Conmigo en el Cielo. Esta es, queridos hijos, la razón de mi venida aquí y mi deseo.
  • Yo deseo que cada uno de ustedes experimente en su corazón esa paz que sólo Dios da. Hoy quiero bendecirlos a todos; los bendigo con la bendición del Señor.
  • Yo estoy dispuesta a interceder ante Dios por todo aquello que ustedes buscan, porque Dios me ha permitido obtener esas gracias para ustedes.
  • Dios me ha enviado hacia vuestra Vida Eterna
  • Eres mi hijo predilecto, mi niño, mi tesoro; El Mío es un Corazón de Madre, un corazón verdadero. Con este Corazón te daré un nuevo modo de sentir: sentirás según mi Corazón, te daré mucha capacidad de Amar y de sufrir. Tu capacidad de Amar y de sufrir se potenciará enormemente, porque sentirás, hijo, como siente el Corazón de Madre.
  • Y te daré un nuevo modo de pensar: pensarás según el Corazón de Jesús y mi Corazón maternal, viendo cada cosa en Dios y desde Dios., según el Espíritu de la Sabiduría. Te daré la Sabiduría del Corazón.
  • Déjate moldear y formar por Mí, como un niño, con confianza y abandono. Sentirás mi Amor, el cobijo que necesitas.
  • No tengas miedo, yo estaré siempre junto a ti; abandónate a Mí. Yo estaré contigo y te proveeré de todo: de casa, de vestido, de alimento, como una Madre saber hacer.
  • Bajo mi manto curaré tus heridas, te daré el manjar que nutre, te cubriré y vestiré, te formaré y conduciré con maternal firmeza. Te llamo a refugiarte bajo mi manto, serás invitado a gustar en mi Corazón inmaculado las íntimas alegrías de mi Amor.
  • Yo seré tu Capitana, entrégate a Mí, como un niño. Estaré siempre contigo y te protegeré y defenderé, enjugando todas tus lágrimas sólo como una Madre sabe hacerlo. Seré tu Luz, abandónate a Mí, habla conmigo: dame tus dificultades, tus sufrimientos, tus dolores.
  • Te llevaré con Amor a Jesús en la Eucaristía y formaremos una barrera infranqueable de Amor, Jesús, tú y yo.
  • Para que vuestro amor sea sobrenatural y perfecto debe tener su raíz en Dios.
  • A través de tu debilidad yo manifestaré mi fuerza, haré de ti cosas extraordinarias, ¡hasta milagros!
  • Te daré la Alegría de la Cruz, incluso sentirás alegría en el dolor, es más, me ofrecerás todo tu dolor para alegrarme, incluso el más pequeño. Yo lo aceptaré como un don que el niño hace a la Madre y te lo cambiaré enseguida en alegría. La alegría que Yo te doy es profunda, no es superficial, es tranquila, no trae nunca turbación, es para ti, hijo, la alegría de la Cruz, la alegría de permanecer siempre en mi Corazón Inmaculado para sentir toda la amargura indecible de una Madre.
  • Vivid en el Paraíso conmigo y no os dejéis atraer por el mundo, ni os dejéis atraer por esta tierra; vivid en el Paraíso Conmigo y entonces también viviréis bien en esta tierra. El Paraíso, el verdadero Paraíso, no podrá encontrarse jamás en esta tierra.
  • Soy la Madre de la Pureza, soy el candor inmaculado, el esplendor del cielo, el alba que pone fin a la noche, la Madre de la Gracia que aleja de vosotros todo pecado, la medicina del Paraíso, que cual bálsamo suave, cierra cada una de vuestras heridas.
  • Cuando lo necesites acude a Mí, Yo te responderé
  • Reconoced al Señor, Él es vuestro amparo en la lucha cotidiana, dejadlo permanecer en vosotros. Que su Cruz sirva para aumentar la fe. La sabiduría del Señor borra todas las tinieblas que os envuelven y da la Luz para siempre.
  • El Señor no es tristeza sino alegría. Pasado el tiempo veréis que quien se dedica y camina junto a Él se verá fortalecido en la fe
  • Nunca os rebeléis al sufrimiento que os manda porque luego viene una respuesta de amor a vuestro dolor, El Señor todo lo puede.
  • Me dirijo a los que están solos, sin compañía alguna: buscad compañía en el Señor y no sentiréis la soledad. Esta es mala consejera, atrae a la tentación, al pecado, no la dejéis entrar en vosotros.
  • El que viene a Mí será consolado.
  • Venid hijos míos, qué suave es mi mano para curar vuestras heridas, cálida mi voz para haceros escuchar la llamada del Señor.
  • El Señor no os pide en exceso, sólo aquello que podéis dar.
  • Cuando el hombre comienza a ver su pequeñez, ahí empieza a conocer a Dios. Cuando analiza su pobre existencia, sus pocas fuerzas y medita, comprende y se aferra al Señor. Él, con su poderosa mano, levanta al caído.
  • El Señor no pide grandes sacrificios para merecer la eternidad, sólo pide vivir cristianamente.
  • Hijos, abandonaos a Mí, que os estoy protegiendo como sólo una Madre sabe hacerlo.
  • Soy la Madre confiada, en el poder y en el amor de Dios, esto hace que sea posible que pida al Señor, por todos los hijos, creyentes o no, por los pecadores y aún, hasta por los más arrogantes y poderosos, ya que por todos se conduele esta Madre.
  • Dadme vuestros corazones, que Yo los transformaré en tiernos retoños y los haré crecer, amando más y más al Señor.
  • ¡Mi manto es tocado tan ansiosamente, tan dulcemente! Son manos frágiles, sumamente débiles, que buscan en Mí, la fortaleza y la bendición del Señor. Bendita esa debilidad, si los ayuda a encontrar a Cristo.
  • Mis manos recogen vuestras lágrimas, mi manto os cobija.
  • Es lento el caminar del hombre hacia Cristo. Descansa en el descanso y no se preocupa de buscar esa pequeña pero a la vez gran Luz que es esta Madre que lo puede llevar hacia la plenitud del Alba.
  • "Quien no padece no ama". Esto encierra muchas cosas y una en especial, el amor de Cristo Jesús.
  • ¡Es tanta la belleza que el Señor tiene reservada para los que lo aman!
  • Poneos bajo mi amparo y estaréis totalmente protegidos, dejad a vuestra Madre dirigir vuestros pasos y será posible vuestro encuentro eterno con el Señor.
  • Hoy como entonces allá en Lourdes, estoy aquí con mis hijos, queriendo proteger a la humanidad, amando verdaderamente a la humanidad.
  • En todo momento la Madre os proporciona Amor y seguridad.
  • Buscad el Corazón de esta Madre, bastará que sintáis necesidad de Mí, bastará que os unáis a Mí y vuestros corazones serán como Jesucristo quiere que sean.
  • Yo soy la señal, soy la Madre, la presencia protectora que asegura a los hombres el acercamiento a Cristo. Soy la que rescata a los hijos, del extravío, de las sombras y del pecado.
  • Aquel que huele el perfume de mis rosas, Conmigo camina.
  • Quiero la conversión de los hijos a Dios y la consagración a Mi Corazón de Madre. Tengo urgencia sí, más, también deseo, que la consagración sea realizada, luego de un conocimiento profundo de las cosas de Dios y de un amor profundo a Dios. Quieran mis hijos, ser totalmente Míos; eso hará que sean fieles al Señor, porque Yo, los conduciré a Él.