Reina de los Confesores

15.03.2018

En el lenguaje litúrgico de la Iglesia, se llaman Confesores a todos los Santos que no fueron mártires.

Se cree erróneamente que cuando proclamamos en las letanías del Rosario a María como «Reina de los confesores» [«Regina confessorum»], nos acordamos de los sacerdotes que imparten el sacramento de la Reconciliación. En realidad, los confesores a los que hace referencia el Santo Rosario son los que, con fidelidad y compromiso, profesaron públicamente su fe en Jesucristo, siguieron los postulados del Evangelio y los pusieron en práctica a lo largo de su vida. Son aquellos santos que dieron testimonio de vida cristiana sin llegar al martirio.

Y María es, precisamente, Reina de los confesores, porque Ella fue la primera en profesar su fe con una lealtad, fidelidad, amor, constancia, perseverancia y firmeza dignificando este título de realeza.

Todos estamos llamados a ser súbditos fieles de esta "Reina de los confesores". Y, pedirle a María, que nos empuje en nuestro camino de fe para vivir con coherencia nuestra vida cristiana. Todos los cristianos tenemos la obligación de ser confesores de Cristo aunque confesarle a Él a lo largo de la vida no siempre resulta sencillo porque exige fidelidad, fe, sacrificio, compromiso, fortaleza, constancia, valentía e, incluso, heroicidad. Y, junto a estas virtudes, estar repletos de la gracia de Dios para luchar contra el pecado y todo aquello que nos aparta de Él.