Reina de los Confesores
En el lenguaje litúrgico de la Iglesia, se llaman Confesores a todos los Santos que no fueron mártires.
Se cree erróneamente que cuando proclamamos en las letanías del Rosario a María como «Reina de los confesores» [«Regina confessorum»], nos acordamos de los sacerdotes que imparten el sacramento de la Reconciliación. En realidad, los confesores a los que hace referencia el Santo Rosario son los que, con fidelidad y compromiso, profesaron públicamente su fe en Jesucristo, siguieron los postulados del Evangelio y los pusieron en práctica a lo largo de su vida. Son aquellos santos que dieron testimonio de vida cristiana sin llegar al martirio.
Y María es, precisamente, Reina de los confesores, porque Ella fue la primera en profesar su fe con una lealtad, fidelidad, amor, constancia, perseverancia y firmeza dignificando este título de realeza.